Sepa por qué es importante saber la humedad del suelo a la hora sembrar maíz
Édgar Alexánder Morales
Fuente: Buenas Practicas agronómicas
Acarigua-. Especial El país en crisis,
requiere de nuevas y buenas prácticas agrícolas. El maíz es un cultivo para el
estado Portuguesa de vital importancia, más aun, para Venezuela que requiere de
esa materia prima, para la arepa del venezolano y para el alimento balanceado
para animales, que a su vez se convierte en pollo, cerdo, huevos y embutidos.
La humedad del suelo es un
concepto esencial en cultivos extensivos, como el de los municipios Turén,
Esteller, y Santa Rosalía; dado a que las plantas y todo aquello que tenga que
ver con desarrollo vegetal, requiere de Agua y Humedad.
Todos se imaginan que es
eso, por tanto hay que profundizar en el tema, el agricultor de Portuguesa debe saber cómo
funciona el suelo para ver cómo se comporta el agua en su interior.
El medio habitual de
absorción de agua por parte del reino vegetal, es el suelo. El agua contenida
en él. Esto nos lleva al término humedad del suelo. ¿Qué humedad del suelo debo
tener para las plantas? Esta es una pregunta demasiado amplia y la respuesta
como siempre es: depende. Depende de la especie, las condiciones, el tipo de
suelo, su estructura, su composición, pero sobre todo de lo primero: de la
especie. La planta es la que nos determina su tolerancia a mayor o menor
cantidad de agua en el sustrato. Sus raíces son las que se pudren o no,
dependiendo de qué planta hablemos.
Es sencillo pensar que la
humedad del suelo va a ser simplemente el agua que contenga el suelo, sin más.
Tal afirmación es cierta, pero algo sesgada desde la visión agronómica. Hemos
de definir en qué momento se mide la humedad del suelo. En un suelo muy
arenoso, justo después de una lluvia, la humedad será alta, pero ¿cuánto dura
eso? El agua se drenará igual de rápido que ha caído y dejará de ser disponible
para las plantas en cuestión de horas o incluso minutos. Lo interesante es ver
qué capacidad tiene es suelo para retener ese agua y que sea disponible para
las plantas y además, que éstas últimas toleren el agua retenida. Esto lleva a
pensar, cómo se queda el agua atrapada en el suelo, qué fenómenos tienen lugar.
¿Cómo se encuentra el agua
en el suelo?
En primer lugar y lo más
sencillo: El agua libre: Es la fracción de agua que se encuentra alojada en los
poros de mayor tamaño del suelo sin ninguna fuerza molecular que le impida moverse
libremente (de ahí lo de libre). La fuerza de la gravedad es la que hace
desplazarse este agua hacia capas más profundas del suelo relativamente rápido.
El ejemplo más extremo es pensar en la arena de playa. Los huecos entre
partículas arenosas, son muy grandes. El agua percolará rápidamente por efecto
de la gravedad. Este agua se pierde rápidamente por el drenaje del suelo. La
deducción directa es que este agua no estará disponible para las plantas.
Fenómenos de capilaridad.
Más de una vez hemos oído hablar de la tensión superficial del agua. Cuando
vemos un Gerris lacustris (comúnmente llamado zapatero) caminar sobre el agua,
estamos ante un fenómeno de tensión superficial. Es decir, la fuerza que ejerce
el insecto sobre el agua, no supera a las fuerzas de unión de su tensión
superficial. Esta misma tensión superficial existe en el agua del suelo y
provoca movimientos por capilaridad en el suelo. Para esto, la estructura del
suelo debe ser muy distinta a la de un suelo arenoso. Los poros o espacios entre
partículas deben ser mucho más pequeños (microporos) que en un suelo arenoso
(macroporos) y esto permite que las fuerzas de tensión superficial retengan ese
agua. Desde el punto de vista nutricional, esta es la fracción de agua del
suelo que nos interesa. La mayor parte del agua capilar es la que las plantas
pueden absorber sin dificultad. Estas fuerzas de unión no son muy intensas y
las raíces pueden vencerlas para absorber dicho agua.
Por otro lado tenemos el
agua que forma parte de la materia orgánica alojada en el suelo. Los compuestos
orgánicos tienen agua en su constitución molecular, salvo que esta tampoco está
disponible. Lo mismo ocurre con el agua adherida a las partículas del suelo. Su
unión es tan fuerte que tampoco estará disponible. Estas dos fracciones de agua
del suelo no tienen prácticamente importancia. Primero porque son fracciones
muy pequeñas, y segundo, porque no están disponibles para la planta. Pero
existen y hay que mencionarlas.
De aquí podemos deducir que
de todas las formas de agua presentes en el suelo la que nos interesa es la
capilar: Contenido en humedad del suelo = Agua libre + agua capilar + agua
molecular y adherida (higroscópica).
Teniendo en cuenta que las
dos últimas fracciones son poco significativas y que el agua libre se drena
relativamente rápido, podemos establecer que la capacidad de retención de agua
de un suelo, corresponde en su mayor parte al agua capilar. Y de esta, una
buena parte estará disponible para las plantas. Ya tenemos nuestra definición
de humedad del suelo, desde el punto de vista de interés agronómico. Y de aquí,
se deducen dos términos muy utilizados en el mundo agronómico que nos indican
el intervalo para el cual la planta se encuentra con niveles adecuados de
humedad o agua disponible. Este intervalo es el que nos determinará en gran
medida, los intervalos y las frecuencias de riego.
Capacidad de campo: Es la
cantidad máxima de agua que un suelo puede retener después del drenaje del agua
libre. Si tenemos en cuenta lo descrito anteriormente, la fracción de agua
correspondiente a la capacidad de campo será prácticamente equivalente al agua
capilar.
Punto de marchitez: Es el
momento en que no existe agua disponible para las plantas y éstas comienzan
—como bien indica el término a definir— a marchitarse.
¿Y cómo medimos la humedad
del suelo?
Este es un punto
difícil. La cantidad varía mucho en el suelo. Como bien sabemos la homogeneidad
de un suelo brilla por su ausencia casi siempre. Los métodos más exactos suelen
ser métodos de laboratorio, cámaras de presión, gravimetría etc. que determinan
los puntos de marchitez, capacidad de campo etc., de una muestra de suelo
homogeneizada. Estos métodos nos dan los valores más exactos y de referencia,
pero muchas veces necesitamos saber los valores aproximados casi en tiempo
real, con el fin de actuar en consecuencia con nuestros cultivos.
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