PUEBLO DIPUTADO: QUITAR LAS RAMAS PARA VERLO TODO CLARO





Por: Juaníbal Reyes

Quiero realizar algunas preguntas, angustias que no deja dormir a más de uno.

¿Ser diputada o diputado para qué? ¿Se puede elegir a un vocero que se base en mera obediencia? Estas preguntas están relacionadas a lo que ya toda sabemos, pues el presidente obrero Nicolás Maduro recientemente, el día martes 3 de febrero, para ser exacto, convocó a las bases de Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) a que nos midiésemos en primarias abiertas para que el 7 de junio del presente año ya se tenga la lista de los jugadores que saldrán al terreno de juego, orden precisa para que el pueblo chavista descubramos –para luego elegir– a los más sobresalientes (por eficaces) candidatos a las elecciones parlamentarias que estarán previstas para finales este victorioso año 2015.

A continuación diré, brevemente, lo que considero sobre cómo debe ser un vocero parlamentario, para qué y por qué de su acertada selección por las UBCh; esto, más allá de lo establecido en la Carta Magna y los documentos que definen legalmente el funcionamiento y sus competencias en materia de legislar referente al Poder Nacional.

Me refiero a eso de dar respuesta superando un informe de gestión, la memoria y cuenta, de lo que se autorizó, aprobó, etcétera; puesto que es de suponer que no debe ser lo extraordinario cuando es lo normal del asunto, además porque hasta el meno dotado sabe que el papel aguanta todo. Ahora bien, lo haré preguntando para que esta definición de lo que considero, humildemente, no sea construida desde el sesgo de un joven militante preocupado.

Entonces, ¿cómo hacer que el pueblo sea el diputado a elegir? Entendiéndolo como la relación posible de hacer cada vez más por la mayor cantidad de compatriotas, por los temas que aprietan a la realidad de cada sector o región, de pasar la muralla del eslogan y velar por tener la acción humana del Comandante Chávez por resolver, ayudar y sumar. Pues debemos escoger evaluando los valores que superan cualquier profesionalismo o academicismo, que sobrepasa a cualquier político orgánico, pico de plata, vestimenta o equipo eficiente en consultoría política. Los valores de los que serán escogidos deben tener lo más destacados y puros razonamientos de esas comunidades.

Un diputado o diputada sería alguien escogido, evaluado y destinado para que no se le olvide a quién debe obediencia: a un pueblo que lo escogerá para que lo haga mejor del que lo haya hecho bien. A un pueblo local-nacional que necesita avanzar y exterminar las traiciones directas e indirectas, el olvido doloroso que sienten los huérfanos.

El ser de un futuro diputado o diputada debe saberse en los problemas que aún aquejan a nuestras comunidades, pues, estos, le deben tallar el alma, la conciencia, la humanidad…

En consecuencia, los que digamos “yo quiero ser diputado”, “todos somos diputados”, debemos pasar por la evaluación, la reflexión de los complejos problemas que nos abruman hoy día. No queremos al diputado que duerma en su curul o se ausente –la bancada de la derecha es experta en ello–, o para pedir la palabra en representación de todos para solo señalar lo imbécil de los errores de los demás, sino para que disponga en su manos una posible solución a cualquier impedimento o traba; entendamos que los problemas, grandes o chicos, se resuelven trabajando, solo con trabajo se puede ayudar sin miramientos y complejos.

Por lo tanto, el diputado debe hacer, diez veces hacer, desde los valores del trabajo, desde los principios ejemplarizante de lo humano; el trabajo no para sí mismo sino para los otros que le han delegado la esperanza en él. Por ejemplo, en la zona de donde soy natural, oriundo, los diputados elegidos deben orientar sus esfuerzos, la discusión, el debate por la industrialización de este eje de desarrollo (legislar sobre ello), zona estratégica como lo es el estado Portuguesa; específicamente, en agricultura, ganadería e industria.

En estas tres líneas, señalada con caridad por nuestro Orlando Araujo en su libro publicado por el Banco Central de Venezuela titulado: La industrialización en Venezuela, indica que en un mediano y largo plazo podemos modificar lo que acertadamente denominó “industrialización de las importadoras”, de los comerciantes sin amor a la bandera. Sin duda, inconvenientes principales de que aún la Patria sea mono productora y rentista en pleno siglo XXI.

En síntesis, y por ahora digo: hombres y mujeres, familia toda, nos corresponde la gran tarea de despertar la voluntad de industrializar a toda costa, de escoger a los voceros que se comprometerán con ello desde la base solida del amor a un proceso de liberación, proyecto liderado por el espíritu de los libertadores y libertadoras.

Seleccionemos a los diputados que sepan formar, sembrar; no que de buenas a primera nos esterásemos que le han caído ácaros al compromiso empeñado, que veamos podrirse con el primer riego de siembra, sino que sepa meterse de barriga en la cueva de los problemas, ararlos caminando con el que sabe resolver: el pueblo de Bolívar y Chávez. Sin acomodos, que entienda el hecho de juzgar de forma determinada.

El compromiso es claro, debemos elegir a una nueva legislatura que busque el “ejercicio efectivo y eficiente de la función parlamentaria”. La bancada de los compañeros y compañeros que llevan nuestras voces lo han hecho dignamente, han trabajado sin descanso y han jugando un papel determinante contra los golpes rapaces de los demonios internos y externos.

El Estado, el pueblo revolucionario, reconoce que nuestros diputados del periodo 2011-2016 han creado un desarrollo legislativo acorde con los cambios revolucionarios que ha demandado el país. Se han mantenido con la vinculación permanente con sus electores, atendiendo sus opiniones y sugerencias. Eso es un valor aprendido que debe seguir practicándose por los revolucionarios.

¡Es cierto, Chávez y Robert viven!

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